ARGUMENTO DE LA LEYENDA DE LOS SIGLOS POR VICTOR HUGO
Poema en el vemos rodar por sus versos el mundo, una descripción de las "huellas modeladas sobre la máscara de los
siglos". Con un hilo conductor, el Progreso, refiere al carácter
legendario del género humano, "no menos verdadero" que el histórico.
En esta edición se recoge una selección de los poemas más representativos. Con
singular genio, Víctor Hugo arranca su extenso poema con una visión: la del
"muro de los siglos", en el que está todo, y –bajo los seres y las
cosas- Satanás, "ese cazador furtivo del bosque de Dios". La historia
resulta así una "epopeya humana, áspera, inmensa, derruida".
Todos los crímenes se levantan tras la caída original, desde el primer Caín que huye del ojo omnipresente de la divinidad y lanza flechas inútiles hacia las estrellas. Entre el panorama sombrío de abyección, esclavitud y sangre, surgen algunos héroes: Boz y Rut, el Cid desempeñando tareas domésticas en casa de su padre, Roldán salvando al pequeño rey Nuño de las garras de sus diez tíos, Eviradnus –el caballero de Alsacia- que "vaga despeinado" defendiendo a los débiles. Los monstruos también actúan: un Felipe II instalado en la más tétrica "leyenda negra", los reyes –"tristes amos del universo"- que oprimen a los pueblos.
Y, de pronto, la leyenda del sultán Mourad, un sanguinario –"las cabezas volaban de su sable como pájaros"- que tienen un momento de piedad hacia un cerdo que agoniza: ese único instante de amor "vuelve a abrir el Paraíso" y el sultán se va derecho al cielo, amparado en la misericordia de un Dios que contempla del paso de los siglos desde "su gran tranquilidad". El que "crea y sonríe" ilumina con su luz el caos de la Historia y preside este magnífico y desmedido poema. "Guia de lecturas contemporaneas" P. de Miguel y Angel Peña.
Todos los crímenes se levantan tras la caída original, desde el primer Caín que huye del ojo omnipresente de la divinidad y lanza flechas inútiles hacia las estrellas. Entre el panorama sombrío de abyección, esclavitud y sangre, surgen algunos héroes: Boz y Rut, el Cid desempeñando tareas domésticas en casa de su padre, Roldán salvando al pequeño rey Nuño de las garras de sus diez tíos, Eviradnus –el caballero de Alsacia- que "vaga despeinado" defendiendo a los débiles. Los monstruos también actúan: un Felipe II instalado en la más tétrica "leyenda negra", los reyes –"tristes amos del universo"- que oprimen a los pueblos.
Y, de pronto, la leyenda del sultán Mourad, un sanguinario –"las cabezas volaban de su sable como pájaros"- que tienen un momento de piedad hacia un cerdo que agoniza: ese único instante de amor "vuelve a abrir el Paraíso" y el sultán se va derecho al cielo, amparado en la misericordia de un Dios que contempla del paso de los siglos desde "su gran tranquilidad". El que "crea y sonríe" ilumina con su luz el caos de la Historia y preside este magnífico y desmedido poema. "Guia de lecturas contemporaneas" P. de Miguel y Angel Peña.
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